Dictamen del jurado
Con una buena atmosfera, creada por un ritmo de fondo de tensión, y un par de imágenes de un bosque en movimiento, esta historia siniestra nos engulle. Pertenece al sustrato cultural de nuestra América nativa, mitos y creencias que aún perduran en nuestros pueblos. Para algunos, desde la mente sumida en el realismo mágico y maravilloso; para otros, desde la carnal manifestación de las fuerzas del mal, de los genios oscuros que todavía pueblan la tierra. Es la realidad de nuestra región: la pobreza, el hambre, el desamparo, la desprotección del pobre por parte del gobierno y la constante persecución de vecinos de otro país con hambre de tierra ajena. Toma un mito conocido: el Jacy Jatere, y lo recrea con un lenguaje equilibrado, maduro, que en momentos nos sorprende con una poesía visceral, dando lugar a un suspenso in crescendo, muy bien trabajado. Con escalofriantes imágenes de terror y momentos de angustia, el narrador nos asegura que no hay lugar para otros seres incomprendidos que se nos hermanan en la búsqueda de supervivencia. Seres que no existen, pero están.